lunes, 27 de octubre de 2008

Mailer secreto

Las cartas inéditas sobre política de norman mailer son los primeros textos del autor que ven la luz tras su muerte en 2007. 'El país semanal' les ofrece en exclusiva una selección reflexiones sobre uno de sus más valiosos intelectuales, que cobran especial relevancia a 10 días de una cita electoral crucial en la historia del país.

"Sólo voy a decir -y todavía no he escrito
sobre este tema- que, mientras los demócratas,
y en primer lugar Clinton, me repugnan
con lo que llamo su 'política de boutique'
-un poco aquí, un poco allá, y todo servido
con grandes dosis de gilipollez por encima-,
los republicanos son una monstruosidad
psicótica. Por un lado, son Dios, bandera
y familia -aunque pocos de ellos reconocerían
a Jesucristo si estuviera haciendo pis en el retrete de al lado-, y un número asombroso
no ha servido jamás en las fuerzas armadas
ni ha oído una bala, y, como políticos, engañan como conejos a sus esposas y sus familias.
Pero da igual, ¿de qué sirve ser político si uno
no puede ganarse la vida siendo un hipócrita?".

A Sal Cetrano

28 de marzo de 1999


El fantasma de Harvard, Norman Mailer y la CIA

Por Barbara Probst Solomon

Voy a intentar situar las cartas de contenido político de Norman Mailer en el contexto de las fases fundamentales de su vida. Lo primero en lo que pensé fue en El fantasma de Harlot, sobre la CIA, que tal vez debería haberse llamado El fantasma de Harvard. Hace varios años le pregunté a Norman Mailer: "El fantasma de Harlot es una novela sobre Harvard, ¿verdad? Harvard fue el primer sitio en el que viste un microcosmos en el que el poder, el Gobierno, los comunistas y la CIA se mezclaron y se unieron para siempre". Me dijo que sí. En el libro, Mailer cuenta que llevaba 40 años pensando en escribir sobre la CIA. ¿Qué ocurrió hace 40 años, y por qué una espera tan larga?

En 1950, el profesor estrella de Harvard F. O. Matthiessen, que estaba perseguido por el HUAC [las siglas en inglés del Comité de Antiamericanos de la Cámara de Representantes] y Joseph McCarthy, alquiló una habitación en el piso 12 del hotel Manger, en una zona poco recomendable de Boston, y se arrojó desde la ventana. Aristócrata y heredero de la fortuna de la familia Westclox, Matthiessen tuvo la precaución, antes de saltar, de colocar sus dos pertenencias más preciadas en una mesa junto a una nota: su reloj de pulsera y su llave para entrar en la supersecreta Sociedad de la Calavera y los Huesos de Yale, cuyos miembros prestaban juramento de no traicionarse jamás unos a otros. Pese a ello, su íntimo amigo y camarada del club Henry Luce, propietario de Time / Life, había hecho mucho daño a Matty, como le llamaban sus amigos y alumnos. En un artículo de la revista Life se le había calificado de criptocomunista. Matthiessen tenía tendencia a la depresión crónica, y la muerte de su pareja, el artista Russell Cheney, le había dejado emocionalmente exhausto, a lo que había que añadir que el HUAC seguía acosándole. En su nota de despedida, Matthiessen decía: "Estoy deprimido por la situación del mundo. Soy cristiano y soy socialista. Estoy en contra de cualquier orden que interfiera con ese objetivo...".

La primera vez que oí hablar de Matthiessen fue cuando conocí a Norman, su esposa Bea, su hermana Barbara y Paco Benet, en París, en 1948. Mailer había publicado Los desnudos y los muertos, pero no sabía aún que, a su regreso a Nueva York, iba a convertirse, a los 25 años, en una estrella literaria mundial. Los mejores amigos de Norman y Bea en París eran otra pareja de Harvard, el crítico Mark Linenthal y la futura novelista Alice Adams. En las reuniones en el piso de Norman y Bea, en la Rue Madame, Mark hablaba del maravilloso verano que Alice y él habían pasado en la primera asamblea del Seminario de Estudios Americanos de Salzburgo, al que habían ido intelectuales de toda Europa.


El reportaje completo aquí


Publicado en el periódico El País, el 26 de octubre de 2008



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lunes, 6 de octubre de 2008

París, viernes 6 de octubre, 1967


Mi querida: Estoy rodeado de cartas tuyas de agosto y septiembre, pero no me llegan cartas nuevas. Trato de no preocuparme, de pensar que el correo tendrá la culpa y que pronto leeré noticias recientes tuyas y de Marta. A Sieyès le dije que sí, que tu única preocupación era Marta; decirle que éramos Marta y yo, aunque más exacto, hubiese sido, también, ridículo y presuntuoso.
Hoy voy a ver una pieza de Ustinov, en el teatro des Ambassadeurs.
El té comprado es el Caravan de Ridgeways; delicioso, parecido al Saccone Speed, que ya no existe. ¿Llegaron a Buenos Aires a Usher las Vita Weat que esperábamos? Yo he de llevar unas cuantas cajas.
Sobre la fecha de mi vuelta todavía no te digo nada, porque no puedo fijarla con precisión. Están de nuevo en París los que estaban de vacaciones: La Rochefoucauld, Laffont, el director de Denoël. Si puedo iré por una semana a Italia y a Suiza. En total, París y viaje no me llevará mucho más de un mes. Vale decir que a mediados de noviembre, salgo para allá o quedo esperándolas, tal como ustedes resuelvan. Este viaje, para nosotros tan largo, para mi salud, alma, etcétera, ha sido necesario. Creo que en Buenos Aires iba por mal camino: cansancio, vejez, nervios, enfermedad. Me saqué todo eso de encima. A veces me asombro de no estar cansado. Cuando me acostaba del lado derecho, me dolía el hígado. Ahora duermo del lado derecho o del izquierdo, o como quiera, y me despierto sin dolores. Hace tiempo que no me sentía tan desentumecido y sano.
Te extraño. A.
P.D. Tengo ropa contra el frío. Un saco largo de cashmere, azul.

Publicada en Adolfo Bioy Casares, En viaje, Buenos Aires, Norma, 1996
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